Monday, September 04, 2006

No!minalismo

Los expertos del humor han aguzado su sentido de la comicidad para ver en la excomunión de Plutón del grupo de los nueve planetarios una manifestación flagrante de discriminación en razón de tamaño. Aquellos que tienen la cintura como centro de gravedad humorística han gozado de lo lindo y en las oficinas más céntricas no falta el revoltoso que improvisando una reunión de expertos a la hora de la colación quiere quitarle la categoría que le corresponde al miembro de algún desafortunado colega por estos mismos motivos. El desorden, siempre fiel a su segunda opción, tiene por obvio ver en la noticia plutoniana un signo más de la influencia de la metaética que guía la ardorosa lengua de Pamela Díaz (esa que, por lo pérfida y nociva, si el desorden no se equivocare tanto, debiera estar casada con un róxtar de envergadura), a saber: decir las cosas por su nombre, tener la lengua depilada, cantar la pulenta, etc. ¿Habrá pretensión más esencialmente esencialista– la idea de pretender que la esencia del ser queda atrapada en su designación lingüística- que la de arrogarse competencia internacional para rebautizar a un planeta? ¡Claro que sí!, ofenderse o padecer de nostalgia prematura por la ausencia de Plutón, al enterarse de la noticia.

La cultura infantil, de la que el desorden jamás se hará cargo, tiene como táctica archi recurrida la réplica "el que lo dice lo es". Parecen comprender bien los niños que, en tiempos como los que corren, los objetos, pero también las personas, suelen estar atadas existencialmente a los nombres que las designan, y en base a una (i)lógica refleja (absurda pero santa) tratan de revertir el efecto adjudicándole el calificativo al emisor del mismo. Todo esto en el afán de prevenir (mediante la amenaza esa de “si se lo dicesa otro, te lo dices a ti mismo”) constantes redefiniciones de personas sensibles con reticencia a las metamorfosis.

En este caso, bueno hubiera sido que los expertos, en razón de la amenaza infantil comentada y so pena de ser ellos mismos despojados de su calidad de científicos, se hubiesen abstenido de reconstituir la esencia del ex planeta, nuevo planeta enano (nombre discriminatorio allí donde los haya, se estará diciendo Legrand, don Coco), aunque sólo hubiese sido para inhibir una que otra ironía radial, impedir la publicación de este post, o para el sosiego espiritual de la fiera vip.

Lo dice (y lo es) el desorden.

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